De los niños se espera que tengan sueños de un futuro mejor y lleno de aventuras y felicidades. A ellos se les permite la esperanza de una vida mejor.
De las personas que han alcanzado su plenitud vital se espera que se injieran a tal punto en las cuestiones y asuntos del momento presente que les reste poco tiempo para dedicarse a esperanzas o nostalgias. Es natural, sin embargo, que en ciertos momentos de la vida, especialmente para aquellos que ya tienen mucha experiencia y vivencia, se deje uno llevar por la nostalgia del pasado. O sea, la vida puede transformarse de esperanzas a nostalgia.
Idealizando el pasado
¿Por qué se presenta el pasado casi siempre bajo colores idealizadas, que poco tienen a ver con la realidad de lo que realmente fue? Es una tendencia natural. Ya decían los antiguos romanos: “memoria praeteritorum bonorum”, refiriéndose a esta tendencia humana natural del recordar el pasado siempre como mejor.
¿Sería algo malo esta tendencia? No lo creo. Al contrario, creo que esta tendencia de representar el pasado de manera más positiva a cómo lo estimábamos cuando los eventos ocurrieron, es algo bueno. Eso significa que la vida se transforma el algo mejor, a medida que el tiempo transcurre.
Sin embargo, podrá haber también un resultado no muy bueno proveniente de la tendencia a sobrevalorar los eventos y las experiencias pasadas. Este resultado no positivo sería la tendencia de juzgar com malas las cosas como son en el momento de hoy. Cuanto más luce un pasado idealizado, tanto menos positivo se presenta el presente, transformado por una visión oscurecida e pesimista de la vida.
Aunque sea tentador dejarnos atraer y seducir por un pasado que cada vez se vuelve más brillante, debemos saber que el precio de tales delicias nostálgicas es una posible negligencia de los eventos presentes.
O sea, estos eventos que hoy ocurren, que para muchos pueden parecer malos y destructivos, podrán un día transformarse en “los buenos viejos tiempos”.
En conclusión, sintamos, sí, nuestra melancólica nostalgia por el recuerdo de dichosos tiempos pasados, pero no nos olvidemos tampoco de gozar del momento presente y disfrutar de la vida en toda su plenitud actual.
Paulo-Juarez Pereira
Domingo, 10 de febrero de 2013
Ypsilanti, Michigan, EUA
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